martes, 22 de diciembre de 2015

MI FIV: PUNCIÓN FOLICULAR

El 6 de Abril era el gran día. El día de mi punción. Como ya os conté aquí, yo iba a una clínica en Málaga que estaba a dos horas de mi casa. Al tener que ingresar en la clínica ese lunes a las 8:30 de la mañana decidí quedarme la noche anterior en un hotel de Málaga para evitar el viaje y, por tanto, el madrugón, ya que sino hubiera tenido que levantarme sobre las 5 ¡de la mañana! Y quería estar tranquila y relajada. Mi madre no pudo venir, así que mi padre y yo nos fuimos el domingo al medio día para Málaga, comimos allí y pasamos la tarde entretenidos para evitar que yo pensase más de la cuenta en la punción (¡y sobre todo en la vía!), aunque no podía evitar pensar en que había ovulado, no sé porqué. Estuvimos paseando por el puerto, cenamos pronto y a las 11 ya estábamos durmiendo. Me tomé el trankimazin que me dieron en la clínica para intentar dormir relajada, pero no me hizo demasiado efecto. Dormí a ratos. Supongo que en el fondo estaba bastante nerviosa. 


Mi FIV: Punción folicular

A las 8:30 del gran día, el 6 de Abril, ya estaba en la clínica. Nos sentamos en la sala de espera y en poco rato una enfermera (la que me sacaba sangre) vino a por nosotros para llevarnos a la habitación. Nos dieron un mini uniforme porque no podíamos entrar en esa zona sin ellos, por el control de higiene y demás. Y nos llevó a la habitación. Allí me dio el uniforme para la punción: bata, gorro y zapatillas. Me dijo que lo único que podía dejarme era el sujetador. ¡Hasta los calcetines me quité! Obviamente me habían avisado previamente que nada de joyas, maquillaje, uñas pintadas, perfume... Así lo hice. Me hizo las preguntas rutinarias: si había ayunado (incluso de agua), si había dormido bien, si estaba nerviosa... Cuando le dije que sí, pero no por la punción sino por la vía, se puso a reír. Me dijo que me había tocado un anestesista muy bueno y que no me preocupase. Me dejó para que me pusiera el uniforme y me dijo que una vez estuviera lista que tocara al timbre que tenían en la cama. Me puse el uniforme tranquila, a mi ritmo, para relajarme. Y toqué al timbre.
 

Pocos minutos después la misma enfermera vino a por mí. Justo enfrente de la habitación estaba el quirófano. Me pareció enorme y lleno de aparatos. Me tumbé en la camilla y vino el médico. Me sorprendió ver que no me iba a hacer la punción mi médico, sino el médico que me había atendido dos días antes. Supongo que mi médico libraría ese día. También estaban dos enfermeras, la que me había atendido todo el rato y otra más, y una bióloga. Y vino el anestesista... Me cogió el brazo y lo apoyó sobre un apoya brazos. Estaba muy nerviosa pero de repente pude relajarme cuando vi que me ponía la vía en el antebrazo!!! Ahí fue cuando empecé a respirar. Sin embargo volví a ponerme nerviosa cuando me cogió el otro brazo, concretamente la mano. Pensé que me iba a poner una vía en esa mano, pero no, lo que hizo fue ponerme un aparato en el dedo para controlar las constantes vitales. Veía que todos revoloteaban a mi alrededor. El médico empezó a trastearme y una enfermera tuvo que decirle que aún estaba despierta. De repente miré al techo y vi que todo me daba vueltas. Le pregunté al anestesista si lo que me había puesto era anestesia y me dijo que no, que sólo era un relajante. Le pregunté si era normal que me estuviera mareando y me dijo que si. No recuerdo más.

Cuando me desperté estaba en la habitación, tapada con una sábana y con un gotero con suero puesto. Mi padre estaba allí. Le pregunté si ya había terminado y me dijo que sí, que habían sido sólo 5 minutos. Le dije que tenía sueño pero él me dijo que las enfermeras habían dicho que me tenía que ir espabilando. Es curioso porque recuerdo oírlas decirle eso a mi padre. A mi me dio por reírme. Llamó a mi madre para decirle que todo había ido bien y que yo estaba perfecta. Y yo no podía parar de reírme. ¡Me dio por ahí! También tenía la boca pastelosa, me costaba hablar.

Al poco rato vino la bióloga. Me dijo que habían podido sacar 23 ovocitos! Me pareció una gran cantidad, mucho más de lo que esperaba. Me dijo que los iba a analizar en el laboratorio y los que fueran viables los fecundaría mediante ICSI, que al día siguiente me llamaría a primera hora para contarme cómo había ido. Me dijo que me cuidase mucho por el riesgo de sobre estimulación. Se la veía muy seria pero también muy profesional. Me gustó.

Un rato después vino el médico. Me trajo el informe de la punción. En él aparecían mis datos personales y mis 23 ovocitos. También venía qué hacer en caso de tener algún problema posterior (fiebre, sangrados, dolores...) con un teléfono de urgencias 24horas. Además, ese informe también estaba bien redactado por si tuviera que acudir a urgencias, a la Seguridad Social, y así poder llevarlo para que los médicos vieran qué me habían hecho.
 

Con el informe de la punción me trajo el alta. El médico me dijo que debido a la punción y a la sobre estimulación podía tener dolores de ovarios, como de regla, e incluso sangrado. Que si no era fuerte y abundante que no debía preocuparme porque era normal por la intervención. También me dijo que era bastante probable que me hinchase algo. Y me aconsejó que ese día comiese alimentos suaves, de ligera digestión. Aunque en eso no fui muy obediente porque me cené ¡dos pizzas! ¡Estaba antojosa! Me mandó tomar 200mg de Progesterona durante 8 noches para hacer que la regla bajase pronto, ya que, debido a la cantidad de folículos que tenía (y que muchos obviamente no se habían podido sacar), podía tener folículos residuales, y, de esa forma, facilitaríamos la tarea de que se rompiesen y adelantasemos la transferencia. Calculó que la regla me bajaría en 15 días. Ese día debía llamar para que me hicieran una eco y ver si los ovarios habían recuperado su tamaño y no tenía folículos residuales.

Un rato después de irse el médico vino otra enfermera distinta. Me trajo un zumo y me quitó la vía. Me dijo que cuando me bebiese el zumo podía levantarme y vestirme. Que cuando estuviera lista tocase el timbre y vendría a por mí para que pudiera irme ya. Tengo que reconocer que pensé que además del zumo me traerían también un pastelito, ¡estaba muerta de hambre! Me bebí el zumo y me vestí tranquilamente. Me puso un apósito enorme donde tenía la vía y claro, al vestirme y tener que hacer movimientos con ese brazo, empecé a sangrar. Me guardé las zapatillas de recuerdo. Y toqué al timbre. Enseguida vino a por nosotros y salimos fuera, esta vez no nos hizo ponernos ningún uniforme.

Ese día lo pasé tranquila. En el sofá y relajada. Aunque me encontraba muy bien y no tenía ningún tipo de molestias pero no quería hacer nada, ya que no dejaba de ser una intervención importante y más con el riesgo de sobre estimulación.

Al día siguiente, muy temprano, me llamó la bióloga. Esas llamadas siempre te ponen nerviosa porque no sabes qué puedes esperar. Empezó interesándose por mí. Qué tal estaba, si me dolía algo, si estaba hinchada... Le dije que estaba perfecta, que me encontraba muy bien y que no me notaba hinchada. Me dijo que me cuidase. Luego pasó a comentarme que había ido muy bien. De los 23 ovocitos que habían sacado, 17 eran buenos. ¡Toma! Esos 17 los habían fecundado mediante ICSI y de esos 17 había 12 embriones fecundados. Me pareció un muy buen porcentaje. No contaba con tener 12 embriones en un principio ya que, como os conté aquí, mi médico ya me había avisado que los ovarios poliquísticos eran imprevisibles y que cabía la posibilidad de tener muchos folículos y pocos viables. La bióloga quedó en que me llamaría dos días después. Los embriones ya tendrían 3 días y se podría hablar ya con propiedad de los resultados. Ese día se decidiría si se vitrificarían a día 3 o si los dejarían un par de días más y los llevarían a estado de blastocisto, que es un embrión de 5 días.
 

Dos días después, a media mañana, la bióloga me volvió a llamar. Volvió a interesarse por mi y me preguntó cómo estaba, si me dolía algo, si estaba hinchada... Cada vez que le decía que no estaba molesta ni hinchada parecía que se sorprendiera. Me lo preguntó varias veces. Luego pasó a darme el informe de mis embriones. Me dijo que había ido genial. De los 12 fecundados, 10 eran muy buenos embriones, de calidades A y B. Los otros 2 se habían quedado un poco atrás y no tenían tan buena calidad. Me dijo que los 10 embriones buenos los iba a vitrificar ese mismo día. Y los otros 2 los iba a dejar un par de días más, a ver si lograban recuperarse y llegar a blastos y sino los desecharía. Ya quedamos en que no volvería a llamarme, que el informe de los esos dos me los daría cuando fuera a consulta. Me comentó que los vitrificaría en packs y que para la transferencia desvitrificaría 3-5 y los llevaría a blastos para escoger el de mejor calidad.
 

Mi experiencia de la punción fue muy buena. A día de hoy aún siento como si no me hubieran hecho ninguna punción. No tengo ningún recuerdo traumático ni doloroso. Me "dormí" al poco de llegar al quirófano y me desperté tan fresca poco después. Los días posteriores no tuve ningún sólo síntoma. Ni dolores, ni sangrado, ni hinchazón... Como si la cosa no hubiera ido conmigo. Y además puedo decir que tuve muy buen resultado, 10 embriones de las máximas calidades y eso que sólo me había hormonado durante 8 días. ¡Estaba entusiasmada! Lo único que podía recordarme que había sido intervenida era el morado enorme que me salió en el antebrazo, pero eso fue porque nada más quitarme la vía me vestí e hice muchos movimientos con ese brazo y como consecuencia de eso me salió. Pero no me importaba, ¡¡¡era mi señal de guerra!!!

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¿Tuviste que recurrir a reproducción asistida para lograr ser madre? ¿Te realizaste alguna fecundación in vitro? ¿Cómo fue? 

Si quieres, puedes seguir leyendo cómo fue mi FIV:

- Mi FIV: Consentimiento y pasos previos.
- Mi FIV: Desarrollo folicular.
- Mi FIV: Transferencia embrionaria. 

2 comentarios:

  1. ¡10 campeones! Así se hace!!! Que maravilla de trato, así da gusto!

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    Respuestas
    1. Sí, mis embriones fueron unos campeones! Y más porque nunca pensé que lograra tantos!
      El trato en la clínica fue genial. Ya lo conté cuando dije porqué la había escogido. Sin ninguna duda fue la elección correcta. A veces ese sexto sentido que tenemos nos hace hacer las cosas muy bien. Un abrazo!

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