Si
algo tenía claro clarísimo es que no quería que mi hijo fuese a la
guardería hasta que tuviese dos años, es decir, un curso antes de
empezar educación
infantil. Y teniendo en cuenta que él nació en Abril y que la escuela
empieza en eptiembre él tendría ya 29 meses por lo que ya sería algo más mayor y menos bebé. Y no quería que fuese a la
guardería porque realmente no tengo necesidad. Por suerte puedo estar
con él todo el tiempo y cuando no, mis padres
pueden (y quieren) quedarse con él sin problema. Así que, como digo, lo
tenía claro.
Sin embargo, cuando Bebé Pingüino cumplió 14 meses su
comportamiento empezó a cambiar mucho. Siempre ha sido un niño con
carácter pero, de repente, empezó a tener rabietas por
todo. La teoría en estos casos me la sé muy bien pero la realidad es
bien distinta. A mí no me funcionaba nada. Mi paciencia empezaba a
agotarse por momentos. A esto tenemos que sumarle que Bebé Pingüino, aunque es un
niño muy independiente, no deja de demandar atención,
lo cuál es lógico. Pero yo, estando con él en casa, no podía ni encender el
ordenado ni casi coger el móvil para hacer cosas o trabajar. La
situación era bastante compleja.
Coincidió
que lo llevé a un pediatra a una revisión general y al ver su
comportamiento me sugirió que lo llevase a una guardería. Lo cierto es
que ya
me lo habían dicho más personas pero eso de llevarlo a la guardería
para "solucionar" comportamientos no me parecía adecuado. Más que nada
porque no creo que esa sea la solución. Sin
embargo sí que es cierto que necesitaba algo de tiempo en el día para
hacer mis cosas y tampoco quería saturar a mis padres, así que pensé que
quizás
sería buena idea para todos llevarle unas horas. Mi intención era llevarlo sólo
2 o 3 horas por la mañana. Lo justo para que me diera tiempo a hacer lo mínimo de lo que tenía que hacer.
Teniendo
en cuenta que estábamos en Noviembre, todas las escuelas ya habían
comenzado un par de meses atrás. En mi pueblo sólo hay dos guarderías,
una
pública y una privada. Aunque no tenía problema en desplazarme. Mi
primera opción fue visitar la pública. Pero estaba llena. Aún así me
dieron los papeles para que los rellenase por si quedaba alguna plaza
libre, pero al salir me pasé por la privada, que está justo
enfrente, y concerté una cita con la dueña (directora) para conocer el
centro y la metodología.
Aún
no estaba del todo convencida de la decisión. Pero todo cambió cuando
fui a esa visita. Para empezar no era una guardería al uso. Era una casa
que
ella había comprado y la había adaptado de forma que fuese una
escuelita. De hecho, ella vive en la parte de arriba. En la parte de
abajo estaban las tres aulas (una por edad), la cocina, los baños...
Todo estaba conectado y en medio había un patio enorme
que daba a un patio inferior donde había otro patio con huerto,
árboles, conejos y gallinas. Era una escuela con una metodología
respetuosa en la que, a pesar de haber tres aulas, todos los niños
trabajaban juntos. De hecho no había demasiados niños. Trabajaban
por proyectos y todo lo realizaban a través de trabajos manuales y
murales en los que colaboraban todos, incluidos bebes, cada uno en la
medida de sus posibilidades. Se basaba en pedagogías alternativas y ella tenía su propio método. Me gustó mucho todo lo que me explicaba y
pensé que era un buen sitio para Bebé Pingüino.
El horario, en nuestro caso, sería de 9-13 porque sacarlo antes era
romper las rutinas y ritmo de trabajo. Me pareció bien, además comería en
casa, eso sí que lo tenía claro. Allí almorzaría algo a media mañana que
siempre sería fruta de temporada, salvo alguna
excepción en cumpleaños o algún día ocasional que les daría alguna
galleta o cereales.
Empezamos
en Diciembre. El primer día fui con cierto miedo. Lo comenté con muchas amigas mamás y casi todas me dijeron que era un día importante a nivel emocional, tanto para él como para mí. Me avisaron que seguramente ambos lloraríamos. Me conciencié todo lo que pude y, a pesar de que le
había explicado que iba a ir a una escuela y que conocería a muchos
niños
y aprendería mucho, Bebe Pingüino se quedó llorando. Me pareció lo más normal del mundo puesto que habíamos estado 20 meses sin separarnos ni un sólo día. Yo también me fui un poco tocada pero por suerte la mañana pasó bastante rápido. Al recogerle también estuvo llorando y luego tuvo una tarde con mucha mamitis.
Desde ese día y hasta el día de hoy la trayectoria de Bebé Pingüino en la guardería ha sido bastante irregular. Como es normal, de no ponerse ni un sólo día malo en casi 2 años, durante estos meses se puso malito varias veces. Por suerte, nada importante. Lo que pasaba es que como yo estaba en casa me permitía dejarlo conmigo a la mínima. En teoría sólo debía dejarlo en casa cuando tuviese fiebre alta o enfermedades importantes, pero a mi no me apetecía llevarlo si lo encontraba algo decaído, aunque sólo fuese un resfriado. Además también faltamos bastante en Navidad y en otros periodos vacacionales.
¿Ha mejorado el comportamiento de Bebé Pingüino en estos meses? No. Así de rotundo. Es cierto que durante un tiempo pareció estar más tranquilo, pero de un par de meses hacia ahora vuelve a tener un comportamiento difícil y rebelde. Por tanto, no, la guardería no ayuda. Alguna amiga ya me lo había comentado. A su hijo le pasó igual. Y es que cada niño tiene un carácter y una forma de ser y el hecho de ir o no a la guardería no va a hacer que cambie. Ni se debería pretender que cambie.
Soy maestra de educación infantil y primaria y también soy madre. Sé que no es necesario que los niños vayan a la guardería y que el mejor sitio, el sitio natural para que se desarrollen, es estando con su familia. Pero también es cierto que cada familia tiene sus propias circunstancias. Y luego también depende de cómo sea cada niño. Sé que hay mucha controversia respecto a si llevarlos o no a la guardería, e incluso a educación infantil. Son etapas educativas no obligatorias. Pero aunque como madre sé que lo mejor para mi hijo es estar juntos el mayor tiempo posible, como maestra sé que es muy bueno para ellos el tiempo que están en la escuela y/o guardería.
Mi opinión al respecto es que cada madre sabe cuáles son sus propias circunstancias y lo que es mejor para ella y su hijo y yo nunca voy a juzgar lo que cada una haga porque considero que cada una lo hace lo mejor que sabe y puede. En mi caso también era importante para mi que Bebé Pingüino socializase con otros niños. En nuestro entorno no tenemos muchos niños alrededor, prácticamente ninguno. Y a él le encantan. En el parque se vuelve loco y cuando estamos en la calle y vemos niños también. Me parecía importante que tuviese ese contacto que a él le hacía feliz.
El curso que viene aún no sé que haré. Aún está todo un poco en el aire. No hemos salido muy contentos de esta guardería. A nivel metodológico me ha parecido una pasada pero a nivel personal siento que ha dejado mucho que desear. Han sido muchas pequeñas cosas que han ido sumando y, por tanto, no quiero que mi hijo siga ahí. Sé que el mejor sitio para que Bebé Pingüino se desarrolle feliz es conmigo y sus abuelos, pero viene un año muy ajetreado y necesito tiempo para poder hacer todo mi trabajo y estudiar oposiciones. Es probable que se quede en casa pero ¡voy a necesitar aprender a hacer malabares!
- - - -
¿Ha ido tu hijo este curso a la guardería? ¿Ha sido por cuestiones de estudio, trabajo o por necesitar un poco de tiempo para ti? ¿Has tenido una buena experiencia?