miércoles, 26 de abril de 2017

NUESTRA BIBLIOTECA: YOGA CON NIÑOS

La semana pasada recibí otro libro de Boolino. Ya sabéis que me envían libros para que haga una reseña. Es algo que me gusta mucho porque, como he dicho varias veces, en casa nos encanta leer. Mis padres me lo inculcaron a mí y yo quiero que bebé pingüino disfrute leyendo tanto como yo. 

Esta vez he querido cambiar un poco y no he escogido un cuento sino un libro un poco más peculiar pero que no podía dejar pasar porque me resultaba muy interesante y muy práctico.

El libro en cuestión es "Yoga con niños" de la editorial Jaguar. Escrito por Pablo Alonso e ilustrado (muy bien, por cierto) por Alberto Acedos. 


Es un libro que va destinado a padres, profesores y, en general, todo aquel adulto interesado en prácticar yoga con niños. Es un libro que me ha sorprendido mucho por la versatilidad de su contenido. No es para leer de forma lineal sino que puedes ir de aquí para allá a tu antojo y eso es genial!

El libro se divide en varias partes:

1 - Cómo usar este libro. En el que se propone un ritual para seguirlo aunque, como digo, no es un órden literal y cada uno puede seguirlo como más le guste.
Da varias recomendaciones sobre cómo utilizarlo y realizar las actividades de la forma más adecuada.

2 - Mensaje para el lector del libro. Da pautas sobre cómo realizar las distintas sesiones con los niños.

3 - Las ocho ramas del yoga. Este es el apartado que quizás me ha resultado más interesante porque yo de yoga no entiendo mucho. Explica cuáles son las ramas del yoga, que son 8 y en qué consisten. 

4 - Rituales para iniciarse en el juego del yoga. A partir de aquí son todo ejercicios, muy prácticos, con una descipción muy detallada de lo que hay que hacer, el rango de edad en el que deben realizarse... y además, todo ello viene acompañado de unos dibujos muy divertidos que explican a la perfección cómo se realizan los distintos movimientos.  

En cada una de las actividades también te especifica qué rama del yoga estarías trabajando. Y cada ejercicio va acompañado de una frase motivadora. Algunas incluyen, además, un texto sobre alguna curiosidad divertida o algún consejo relacionado con el ejercicio.

5 - Rituales para acabar el juego del yoga. A modo de relajación, como se suele hacer en todas las actividades físicas, para desconectar.

6 - Glosario sobre algunas posturas explicando en qué consisten e ilustradas para comprenderlas mejor. 

Además, por si fuera poco, al final incluye algunos mandalas para pintar. 

El libro es recomendado para usarlo con niños a partir de 4 años pero abarca muchas edades diferentes. De hecho, cada actividad de explicita para la edad que está recomendado. Lo que lo hace aplicable a muchos tramos de edad. 

Es un libro muy completo y si estás pensando en iniciarte en el yoga o en practicar algunos ejercicios con los más pequeños es ideal!   


Si te ha gustado la reseña y el libro te parece interesante, no dejes de visitar la página del libro en su web! Además, también podrás comprarlo si quieres!!!

http://www.boolino.es/es/libros-cuentos/torres-de-malory-quinto-curso/

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Otras reseñas realizadas
(Boolino):

- Álex, ¡Basta ya!
- Nimbus, una nube de emociones.
- Quinto grado en Torres de Malory. 
- La siesta perfecta. 
- Erizo y conejo. El susto del viento. 
- Rabietas.
 (Post patrocinado)

sábado, 22 de abril de 2017

SELLO DE CALIDAD DE MADRESFERA: MARY KAY ESPAÑA

Si me seguís en las redes sociales, ya sabéis que fui una de las elegidas gracias a Madresfera para probar algunos de los productos de Mary Kay España, con motivo del 25 aniversario de la marca. Aunque reconozco que me gustan más los sellos de calidad que van destinados a bebés o niños, me pareció muy interesante que hubiera uno destinado a las mamás. ¡Porque ser madre no está reñido con dejar de cuidarse!
Sello de calidad de Madresfera: Mary Kay España
 Los productos que nos enviaron fueron los siguientes:

Sello de calidad de Madresfera: Mary Kay España

1- Set de manos de seda satín hands té blanco y cítricos.

Este era el producto que más ilusión me hacía recibir porque me encantan las cremas de manos y prometía! Es el último lanzamiento que ha hecho Mary Kay España y es un tratamiento que consta de tres productos: un suavizante, una crema de manos y un exfoliante. A mi lo del suavizante me sorprendió bastante, la verdad, porque nunca lo había oído para las manos. El tratamiento conste en lo siguiente:

Paso 1: Suavizante de manos. Ayuda a mantener la barrera de la piel, sellando la humedad. Esta fórmula libre de fragancia hidrata y protege la piel y prepara las manos para una experiencia de spa estimulante
Uso: Aplicar una pequeña cantidad sobre la piel limpia. Para añadir un extra de hidratación, humedecer la piel con agua antes de aplicarlo y masajear.

Paso 2: Exfoliante de manos. Exfolia suavemente la piel incluso las zonas más secas. Las manos parecen más sanas después de la primera aplicación, y con el uso diario se ven rejuvenecidas y revitalizadas. Mezclado con deliciosa manteca de karité, este exfoliante deja la piel instantáneamente más suave, ya que elimina la suciedad y las impurezas.
Uso: Aplicar el exfoliante después del suavizante, masajeando suavemente en las manos y entre los dedos y enjuaga. Secar las manos cuidadosamente.

Paso 3: Crema de manos. Hidrata la piel durante 24 horas. La sequedad desaparece ya que la crema se funde en la piel dejando las manos suaves e hidratadas. Las manos se sienten calmadas y continúan hidratadas incluso después de lavarlas.Además de la nutritiva manteca de karité, que ayuda a calmar la piel seca y agrietada, esta crema también incluye albaricoque, aceite de cártamo y girasol que son ricos en vitaminas A, E y Omega-3. Los omega-3 ayudan a mantener la barrera de humedad saludable de la piel.Con el uso regular, acondiciona y suaviza las cutículas y las uñas. Se absorbe rápidamente, por lo que las manos no se sienten pegajosas, y deja una barrera protectora sobre la piel para una mayor suavidad duradera.
Uso: Extender la crema, masajeándola en las manos y entre los dedos, sin olvidar las palmas y el dorso de las manos.

Opinión: Como imaginaba, ha sido mi producto favorito porque cumple con lo que promete. Deja las manos mucho más suaves e hidratadas, olvidándote de la sensación de sequedad. La crema es muy facil de expandir y no deja sensación de ser grasienta porque es muy suave. Me gusta especialmente su aroma.

2 - Lápiz de labios gel semi mate (tono: crushed berry).

Reconozco que no soy mucho de maquillarme a diario, pero si algo me gusta usar basante a menudo son labiales (sobre todo cacao o brillo) y sombras de ojo. Cuando recibí este lápiz de labios y vi el color pensé que era demasiado atrevido para mí. Es un color precioso que me gusta mucho pero yo suelo usar colores más suaves, sobre todo para diario. Sin embargo tengo que reconocer que me encantó porque una vez puesto queda mucho más suave de lo que aparenta. 

Opinión: El labial promete ser de larga duración, no resecar los labios. Y lo cumple. Otra cosa que me gustó bastante es que su base es transparente con lo que te ayuda a ver el color del labial sin necesidad de abrirlo.

3 - Desmaquillador de ojos líquido. 

Como he dicho antes, entre las pocas cosas que suelo usar a diario de maquillaje se encuentran las sombras de ojos. Para quitarlas siempre suelo usar o toallitas o desmaquilladores específicos de ojos así que éste producto me venía genial. Lo anuncian como uno de sus productos estrellas y la verdad es que es muy bueno. 

Opinión: Me ha gustado mucho el que pueda usarse a pesar de llevar lentes de contacto y que esté recomendado para pieles sensibles. Además, es bastante efectivo. No es necesario utiliar demasiado producto para que limpie toda la suciedad.  

Estos son los productos que yo he tenido la oportunidad de probar, pero en su catálogo ofertan una variedad enorme de productos ¡para todos los gustos!

¡¡¡Muchas gracias Mary Kay España y Madresfera por la oportuniad de poder probar estos productos!!!

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¿Has probado estos productos? ¿Qué te han parecido?

 

miércoles, 19 de abril de 2017

CREMAS UTILIZADAS PARA EL POST-PARTO

Como ya os conté cuando os hablaba de las cremas que utilicé durante el embarazo, soy una persona que no suele utilizar cremas, me cuesta seguir una rutina con ellas y me da cierta pereza. Siempre pongo excusas. El embarazo fue un momento importante en que sí me cuidé. Sabía de la importancia de la hidratación en la piel para evitar la aparición de estrías y manchas. 

Me estuve echando cremas unos 7 meses porque empecé muy pronto. Por suerte, no me salió ninguna estría. Tras el parto, como no había cogido mucho peso y, por tanto, no me salió mucha barriga, todo volvió a su sitio más pronto que tarde. Sin estrías también. Bueno, en el pecho sí me salieron. No sé si las tenía de antes, si me salieron en el embarazo o en el post-parto, sólo sé que un día me miré y las vi!



 1 - CLARINS

En una de mis cajitas Nonabox recibí este producto ideal para las estrías y la celulitis. A pesar de no tener, opté por ponerme tras el parto ya que al volver el cuerpo a su sitio podían salir en este momento. Me gustaba mucho porque era fácil de echar, su textura era muy buena, olía muy bien y dejaba la piel muy hidratada.

2 y 3 - MUSTELA

Desde Mustela me enviaron muy amablemente varios productos. Algunas muestras y otros en tamaño venta para bebé pingüino y para mí. Lo que me mandaron a mí fue un aceite para el embarazo que lo dejé para el post-parto porque también se podía utilizar. Como os comenté en la anterior entrada, los aceites me gustan menos así que aunque empecé a usarlo fui dejándolo un poco de lado. Más que nada porque lo usaba en piernas y barriga y no me salieron estrías y mi cuerpo volvió a la normalidad enseguida. Para el pecho usé otra crema, también de Mustela, que me había venido en otra Nonabox. Ésta era específica para estrías recién salidas y la usé exclusivamente en el pecho porque fue el único sitio donde me habían salido estrías. La crema viene indicada para usarla durante un par de meses, como tratamiento. Yo no lo he seguido al pie de la letra. Lo cierto es que la uso cuando me acuerdo. Pero sí he notado que cuando la uso varios días seguidos las estrías parece que se disimulan algo.

4 - PURELÁN

Ya sabéis que empecé a utilizar purelán, ocasionalmente, durante el embarazo, para hidratar. También lo usé bastante a menudo durante las primeras semanas tras el parto porque me los notaba bastante resecos y doloridos tras las tomas de bebé pingüino. Sólo la usé un par de meses y tengo el bote casi lleno. Es bastante espesa y da mucho de sí.

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¿Qué cremas utilizaste tú en el post-parto? ¿Te fueron bien?

jueves, 13 de abril de 2017

MI MALETA PARA EL HOSPITAL: ACIERTOS Y ERRORES


Como os conté aquí, nuestras maletas para el hospital eran bastante completas, pero teniendo en cuenta que iba a dar a luz en un hospital público, sabía que era demasiado y muchas cosas se iban a quedar sin usar. Y así fue.


Al ser un hospital público nos dieron todos los pañales necesarios y más. Los iban dando de poco en poco pero eran más que suficientes. Las toallitas las usé para ayudarme a limpiar el meconio pero no eran imprenscindibles porque allí te dan también unas esponjas que contienen jabón en su interior y que eran mucho más eficaces.

Las cremas tampoco fueron un gran acierto porque ellos traían todo lo necesario para bañarlo así que tampoco las usé. Sin embargo sí que use colonia y la crema del pañal. Esta última fue uno de mis imprenscindibles porque solía quedársele el culito rojo por el meconio y era ponerle un poquito de crema y mejorar enseguida. Por otro lado en el hospital suelen dar una canastilla de nacimiento y, entre todo lo que trae, viene un pack de muestras de Mustela como el que yo ya llevaba.

No tuvo las uñas demasiado largas así que no utilicé ningún tipo de cortauñas, tijeras o limas y, en el caso de los empapadores o cambiadores, también te daban allí en el hospital. 

La manta y la muselina la usamos en el hospital y el arrullo para salir de allí.

Al doudou, lógicamente, no le hizo demasiado caso. Era más una cosa personal y me hacía ilusión llevarlo. En cuanto a los chupetes, no tenía intención de usarlos. Mi idea era iniciar la lactancia materna así que sabía que se quedarían sin usar también.

No sé porqué se me ocurrió meter baberos (más bien babitas) porque siendo tan pequeño no era necesario. No tenía babas y no manchaba aún con la leche del pecho así que tal cual iban en la maleta, volvieron a casa.

En cuanto a la ropa no me equivoqué demasiado. Usé los calcetines, las manoplas, los gorritos, los bodys y los pijamas. El de dos piezas me vino estupendo para la primera noche, para no moverlo tanto al ponerle uno de una pieza. De trajes sólo use uno, con el que lo saqué del hospital. En verdad el error de la ropa no fue tanto lo escogido sino la cantidad. Con un gorrito, unas manoplas y un par de calcetines había de sobra. De pijamas y bodys sobraban la mitad y con un traje para salir era más que suficiente. Las polainas no las usé tampoco. En cuanto a las tallas no me equivoqué. Como sabéis, bebé pingüino fue un bebé grande, midió 54 cm y pesó 3,890 kg al nacer y aún así le pude poner un pijama que llevaba de 50 cm. Eso es porque los bebés al nacer suelen estar encogidos unos días y dan bastante margen.


En mi lista hay más cosas que no necesité. Para empezar no me lavé el pelo estando allí. Preferí esperar a llegar a casa y estar más tranquila. Allí no paraba de entrar personal del hospital por una cosa u otra y a mi sólo me apetecía descansar. Y aunque sí me duché, lógicamente, no usé mi gel porque me dieron, como al bebé, esponjas que incluían gel y me parecían muy cómodas. Por ese motivo muchas cosas de la bolsa se quedaron sin tocar.

Tampoco me acordé de usar el cacao de los labios, la verdad. Y como estaba todo el día con el pecho fuera pues los sujetadores de lactancia, los discos y la crema no las usé para nada. 

En cuanto a las compresas, igual que ocurría con los pañales, te los daban ellos allí. Las que me dieron eran de la marca Maternity, eran de celulosa y me parecían excesivamente grandes, pero no. Mi sorpresa fue al abrir un pack que yo llevaba, también de la misma marca, pero de algodón. No me gustó el hecho de que llevase redecilla, me parecía que podía ser un error con los puntos de la episotomía, además, parecían como trozos de algodón apelotonados. Usé sólo las del hospital y al salir compré de las mismas porque me iban muy bien. 

Las braguitas normales se me mancharon al poco rato de llevarlas así que opté por dejar de usarlas y empezar con las desechables y fue todo un acierto! 

La bata no la usé porque no hacía demasiado frío y las zapatillas tampoco porque iba más cómoda en calcetines todo el rato.

A parte de los aciertos y errores que tuve también hay un par de cosas que fueron importantes y que si tengo otro bebé tendré muy en cuenta. 

Por un lado, en mi bolsa, meter algo de ropa para salir. Ya os comenté que mi idea era entrar y salir del hospital con la misma ropa, que no pudo ser porque ingresé por rotura de bolsa y el pantalón estaba mojado. Sea así o no sea así en un futuro parto prefiero llevar una ropa más, porque no se sabe qué puede suceder. Aunque tampoco es imprenscindible porque al vivir tan cerca me lo pueden traer sin problema.

Lo que si me parece fundamental es llevar algo de comida. Algo de picar y beber. Sí. No es una tontería. Como leísteis en mi parto, desde que desayuné a las 7 de la mañana hasta, casi, las 12 que me llevaron a la habitación con mi bebé, no me dejaron comer ni beber nada. Cuando ya estaba en la habitación sólo me dieron un vaso de leche porque siendo tan tarde la cocina ya estaba cerrada y el hospital también así que ni a una máquina pude acercarme a por una chocolatina. Estaba hambrienta!

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¿En vuestras maletas también metísteis tantas cosas que luego no usásteis como yo? ¿Qué es lo que mejor os vino de todo lo que llevásteis?

martes, 11 de abril de 2017

PRIMER CUMPLEAÑOS DE BEBÉ PINGÜINO

Hoy hace un año de mi FPP. Te adelantaste tres días porque tenías tantas ganas de estar conmigo como yo de estar contigo. En el momento en el que te tuve conmigo supe que eras la razón de mi existir. No podía dejar de tocarte, de mirarte, de abrazarte, de besarte... No podía ni quería.

El sábado fue tu primer cumpleaños. El tuyo y el mío porque, en parte, yo también nací aquel día. Ese 8 de Abril de 2016 fue un día mágico, un día especial. Un día que recuerdo con mucho cariño y que no me canso de revivir mentalmente una y otra vez. 

Primer cumpleaños de Bebé Pingüino

El día de tu cumpleaños ha sido un día muy especial. Llevaba días preparando ciertos detalles para que fuera un día bonito. Aún eres pequeño y no lo vas a recordar, pero yo sí. Siempre recordaré tu primer cumpleaños como el día en que me di cuenta que ya no eras un bebé y que ibas creciendo por momentos y tan rápido que casi no me daba tiempo a asimilarlo. 

A tus 12 meses ya pesas casi 12 kilos, mides 82 centímetros y tienes 8 dientes. Ya das pasitos sin que te agarremos, dices algunas palabras y comes de casi de todo. Eres un niño despierto, alegre, simpático y ya empiezas a hacer alguna pillería y sacando tu carácter. ¡Menudo genio te gastas! Nos tienes locos a todos y es que no podemos quererte más. Viniste a llenar nuestras vidas, a completarlas y ahora no nos imaginamos un lugar mejor que estar que no sea junto a ti. Desde que estás aquí no recuerdo ni un sólo día malo. Tú haces que todo sea diferente, especial, único... y que las cosas malas dejen de ser importantes. Llenas todo con tu risa y con tu alegría. ¡Eres mi luz!

Primer cumpleaños de Bebé Pingüino

La maternidad es dura, seguro. Pero no hay un solo día que no me compense. Tú lo haces fácil. Tú lo haces todo mejor. Y haces que todo, absolutamente todo, tenga sentido. Gracias por enseñarme tanto. Gracias por todo lo que me das cada día. ¡Gracias por hacerme tan feliz! 

¡Te quiero mucho, mi pequeño pingüino! 

viernes, 7 de abril de 2017

NUESTRAS CANCIONES: TEMBLANDO

Hoy he decidido escribir un post más visual, con video. Y es que hay veces que las palabras no salen y es necesario hablar a través de las canciones. Y lo hago porque esta semana está siendo muy especial para mí y requiere de un post especial, como éste. 

Nuestras canciones: Temblando

Mañana Bebé Pingüino cumple 1 año. El tiempo no es que haya pasado rápido, es que ha volado. Tengo los nervios a flor de piel y estoy más sentimental que normalmente.

Quien me conoce o me sigue sabe que yo vengo de reproducción asistida. Tres años tardé en quedarme embarazada de Bebé Pingüino. Me transfirieron un precioso embrión el 27 de julio de 2015, pocos días después supe que ese embrión se había quedado conmigo. Las coincidencias de la vida quisieron que justo ese día, pero un año antes, hubiera tenido mi primer positivo. Habían pasado 2 años desde que comencé y era mi 5 tratamiento, una inseminación artificial. La primera en el privado. Ese día y, tras ver el test de embarazo positivo, fui a la farmacia a comprar otro, porque no podía creerlo. Necesitaba volver a ver esa rayita aparecer. Cuando volvía a casa, puse la radio y sonó esta canción. No sé si fue la letra en sí o la emoción del momento pero se me erizó todo el cuerpo y no podía dejar de llorar. Fue una sensación mágica. 

Pocos días después supe que ese embarazo se había acabado, no evolucionó. Y, como digo, tardé un año más en conseguir, a través de una FIV, quedarme embarazada de Bebé Pingüino. Durante ese año esta canción me acompañó muchas veces. Cuando la oía no sentía tristeza sino ganas de volver a sentir aquella emoción. Y volví a sentirla cuando me volví a quedar embarazada. 

Creo que se ha convertido en la banda sonora de mi vida, por lo que dice y por lo que me hace sentir. No es una canción que hable de embarazos o bebés, pero la letra, en cierta medida, puede dar lugar a pesar en ello. En definitiva, se trata de sentirla. Y por eso quería hoy, a un día de hacer un año como mamá, compartirla con todos vosotros.

Así que sin más, sentáos, relajaós, cerrad los ojos y dejáos llevar. Disfrutad.

ANTONIO OROZCO - TEMBLANDO


Nuestras canciones: Temblando

jueves, 6 de abril de 2017

CUIDADOS TRAS EL PARTO

Tras el parto ahora venía un momento delicado, el post-parto. Había leído/oído mucho sobre el tema y sabía que podían ser unos días complicados, sobre todo la cuarentena. Había muchos temas que me preocupaban, no sólo los relacionados conmigo sino, lógicamente, los que tenían que ver con mi bebé.


Al haber sido un parto por forceps tuve que estar en el hospital tres días (sábado, domingo y lunes, que me dieron el alta al medio día). Cada día iba siguiendo la misma rutina. Muy temprano venía una enfermera a mirarme la fiebre (a veces también se la miraban a bebé pingüino), me daban hierro y unas vitaminas y a él le hacían la prueba de la diabetes en el talón, por mi experiencia con la diabetes gestacional (1 - 2). Ésta prueba se la repetían 2-3 veces al día y la fiebre también nos la miraban ocasionalmente. Luego solía venir un enfermero para bañarlo.

El primer día que vino me preguntó si quería bañarlo yo sola o si quería que me ayudase él. Yo estaba sola en la habitación porque mis padres estaban desayunado así que se me ocurrió decirle que me ayudase. Nunca había bañado a un bebé tan pequeño y no sabía cómo hacerlo. Lo que vi allí me dejó traumatizada! Cogió al bebé de las piernas, boca abajo y con el grifo de la ducha lo mojo, lo restregó todo de jabón, lo aclaró, lo envolvió de muy mala forma en la toalla y me lo dio. Bebé pingüino lloraba y lloraba. Estaba rojísimo. Fuera estaba el pediatra esperando, no me dejó ni que tranquilizase al bebé, le miró 2-3 cosas y se fue. Nos quedamos solos y lloré. Mucho. Me sentí impotente porque todo esto había sucedido en dos minutos! Lo había lavado como quien frega un plato. Y sé que ellos están acostumbrados a manejar niños pero para mí no era una excusa. No me gustó el trato. Tras ese momento fue la primera vez que pensé que iba a sufrir mucho como madre! Al día siguiente lo volvió a bañar, estaba también mi madre. Y coincidió conmigo en lo que yo opinaba. El tercer día vino otra enfermera. Lo bañó, un poco mejor, y me explicó (porque yo le pregunté) cómo curar el ombligo. Luego mi madre fue a coger al bebé y la enfermera, con muy mala leche, le dijo que no, que al bebé lo cogiese su madre. Nos quedamos las dos un poco sorprendidas.

En cuanto a mí, y debido a los forceps, me hicieron una episiotomía bastante importante. Sin embargo me la hizo una cirujana y yo no sé si fue eso lo que hizo que fuese todo tan fácil. El caso es que los puntos se fueron cayendo solos durante la cuarentena. Ella me dijo que no lavase la herida con ninguna crema especial. Simplemente que me lavase con jabón y lo arrastrase hacia atrás con la ducha (nada de baños de inmersión). No tuve ningún dolor en la zona, ni tirones y, por suerte, tampoco se me infectó. Lo que no me gustó en ningún caso es que sólo me miró la herida al día siguiente del parto. Ese día me apretó también la barriga, por la zona del útero (como habían hecho tras el parto) para comprobar que estaba volviendo a su tamaño y explicarme que yo debía hacerme eso varias veces al día, que así también ayudaba a expulsar la sangre. Estuve dos días más en el hospital y no volvío a mirarme. 

Respecto al tema del sangrado lo recuerdo como bastante abundante. Cada poco tiempo me tenía que cambiar la compresa. Eso estando en el hospital. Fuera iba a menos. No estuve los 40 días sangrando, creo que duró unos 30 o así. Las compresas que utilicé fueron de Farmaconfort. Eran muy parecidas a las que me daban en el hospital y me resultaban muy cómodas. 

Mi cuerpo cambió bastante también. Cuando me levanté al día siguiente del parto me sentí muy rara. No me gustaba nada la sensación que sentía al tocarme la barriga. Digamos que, en cierta manera, me sentía vacía. Era un sentimiento extraño porque claro, mi bebé estaba conmigo! pero la barriga se echaba mucho en falta. Como sólo engordé 6 kilos durante el embarazo y bebé pingüino pesó casi 4 kg me veía muy delgada! Eso no duró mucho. Pronto volví a tener la barriga "fofa" que tenía antes del embarazo. Y del pecho mejor ni hablar. Un poco más y me llega al ombligo! Qué manera de caerse, oye! Pero son las señales de haber llevado una vida dentro así que no quiero quejarme.

El último día, el lunes, pasaron a ver a bebé pingüino varias personas. Por un lado, le hicieron las pruebas de los oídos que, por suerte, salieron bien. También le hicieron una prueba sobre la coloración de la piel, pero yo no me enteré de que se la habían hecho y eso que no me separé de él. Cuando la pediatra vino me comentó que le había salido que tenía algo de ictericia (coloración amarillenta de la piel) y me recomendó que lo pusiera al sol. Eso hice los primeros días, en casa y, en cuestión de días, mejoró bastante. Le hizo una revisión general y me dijo que podiamos irnos sin problema. No sin antes decirme que bebé pingüino había perdido un 11% del peso con el que nació. Se había quedado en 3,450 kg. Me dijo que era mucho pero que no me preocupase. No le dio demasiada importancia. Y es que mis primeros días con la lactancia fueron algo "regulares", pero eso os lo contaré con más detalle en otro post. 

Tras la visita de la pediatra nos dieron el alta a los dos. Con un montón de papeles e "instrucciones" para los primeros días. 

Recuerdo el parto como un momento en el que estuve muy bien atendida por todo el equipo. Todos muy antentos, te lo explicaban todo de antemano y eran muy agradables. Sin embargo, mis tres días en la habitación fueron bastante lo contrario. Los enfermeros eran bastante secos, cortantes y siempre iban como enfadados. Parecía que si preguntabas algo los estabas ofendiendo. Imagino que era por el ritmo de trabajo que llevaban y por los recortes que estaba habiendo, puedo entenderlo, pero me fui de ahí muy decepcionada por su atención.

Otra de las cosas que no me gustó nada fue que el segundo día, a pesar de que me trajeron la cena, no pude cenar porque estaba dándole el pecho a bebé pingüino. Cuando vinieron a por la bandeja les dije que luego cenaría y que les llevaba yo la bandeja. La chica me miró muy seria y me dijo que no, que me la quedase en la habitación hasta el día siguiente. No me gustó nada. No por el hecho en sí, sino por la forma de decírmelo, el tono y la mirada.

Por suerte, ya en casa, el post-parto no fue un periodo difícil. Tengo que reconocer que he sido muy afortunada. Me costó mucho conseguir el embarazo y pasé un primer trimestre muy complicado por las pérdidas pero, tras eso, mi embarazo fue bastante asintomático, mi parto fue genial y el post-parto mejor aún y es que no lo pasé nada mal.

Sin embargo, la maternidad no es un camino de rosas. Es complicada. Se necesita mucha ayuda. A pesar de ser madre soltera por elección tengo la ayuda diaria de mis padres que me han hecho muy fácil el camino y que me hicieron vivir los primeros días y meses de bebé pingüino de una forma bastante cómoda. Me ayudaban tanto que mi única preocupación era cuidar del bebé, todo lo demás no era un problema. Nunca voy a poder agradecerles tanto apoyo y comprensión. Por eso creo que es fundamental saber pedir ayuda, no sentirse mal por ello. Las primeras semanas son complicadas, hay que cuidarse mucho. Que el bebé pase a ser el centro de tu vida no quiere decir que tú no tengas que cuidarte. 

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¿Y tú, cómo viviste tus primeros días en el hospital? ¿Tu post-parto fue difícil?

martes, 4 de abril de 2017

MI PARTO

A lo largo de los últimos controles ya me habían dicho que bebé pingüino era un bebé grande. Por suerte, se descartó el tema de la diabetes gestacional (1-2) así que no debía preocuparme por ese tema con respecto al bebé.

Justo cuando hacía la semana 39 tuve mis últimos monitores. El lunes 4 de abril. Nada, no había contracciones. Luego pasé a ecografía. Curiosamente me la hizo la misma gine que me hizo la primera eco, la de las 12 semanas. La primera y la última eco hechas por la misma doctora ¿Se cerraba un ciclo? Era muy agradable, estuvimos hablando del nombre de bebé pingüino, le dije que no solía sentirlo demasiado y me dijo que era importante que lo sintiese que si no, acudiese al hospital. Y me dio el notición, peso: 4,2 kg! Superaba con mucho todas mis ideas. Nos sentamos a hablar y me explicó. Me programaría monitores para una semana después, estaría de 40 semanas justas y sería mi FPP (11/04/2016). Me dijo que si para ese día no me había puesto de parto y el bebé pesase más de 4,5 kg que tendría que programarme cesárea. Me dijo que si yo quería podía negarme pero bajo mi responsabilidad. Obviamente yo no iba a contradecirla. Salí de ahí asumiendo que sería cesárea. Siempre había oído/leído que las primerizas nos solemos pasar de fecha y, en mi caso, no sería eso un problema. El problema era el peso del bebé y, al ritmo que iba creciendo en las últimas ecos, en una semana más pesaría, no 4,5 kg, sino probablemente casi 5 kg. No quería ni pensarlo!

Me dio una fase transitoria de rabia. Por un lado porque yo no quería cesárea. No por la intervención en sí, que también, sino porque en mi hospital no había unidad de maternidad así que me separarían de bebé pingüino nada más nacer por el hecho de que a mi me llevarían a reanimación a una zona común con el resto de operaciones y, lógicamente, allí no podía estar el bebé. Me consolaba pensar que el piel con piel lo haría con mi padre pero no era lo que yo más deseaba. Y, por otro lado, porque yo no quería que fuese tan grande, pero luego entendí que naciese con 3 kg o con 5 kg sería mi bebé, tan soñado y deseado él! Y daba igual todo lo demás. 

Tengo que decir que el tapón mucoso yo ya lo había expulsado hacía días. No de golpe, poco a poco. Pero ya sabía que eso no significaba parto inminente. Podrían pasar días o, incluso, semanas. Así que estaba igual.

Ese lunes pasó, y pasó el martes 5 y pasó el miércoles 6. Me levanté el jueves 7 de abril con la misma idea que los días anteriores. Sería cesárea, ¿qué le vamos a hacer? No tenía contracciones, no tenía molestias... ni siquiera estaba cansada! Sin embargo, ese día sí tuve una sensación diferente. No sé explicarlo con palabras. Nunca antes me había sentido así y no era ni malo ni bueno. Era simplemente raro. Al medio día comí y la comida me sentó regular. Dormí un ratito la siesta y por la tarde-noche decidí salir a pasear con mi padre, a ver si bebé pingüino se decidía. Era irónico porque apenas había andado durante el embarazo, ¿qué iba a hacer que andar ese día fuese especial? Llegamos a casa, me duché y cené. Como me ocurrió al medio día, la cena me sentó regular. No le dí la mayor importancia. Y sobre las 12 de la noche me acosté. Nada me hacía presagiar que sería mi última noche embarazada.


Viernes 08/04/2016 (39 semanas + 4 días)

04:00h: Me desvelé porque sentía que tenía ganas de hacer pi. Me levanté de la cama, de dirigí a la puerta y cuando estaba llegando... "Pero ¿qué es esto? ¿Me he hecho pipí? Es cierto que al final no he hecho los ejercicios de Kegel que tanto quería hacer, pero hasta ayer controlaba el pipí perfectamente. No puede ser eso. ¿He roto aguas? Pero ¿no es muy poco?" Fui al baño, hice pipi y vi que todo estaba limpio así que me volví a acostar, ya con la mosca en la oreja. No habían pasado ni 10 minutos cuando, tumbada en la cama, noté que volvía a mojar. Volví a ir al baño, me miré y remiré. El agua salía normal. Volvía a la cama. El proceso se repitió varias veces, unas tumbadas y otras me daba tiempo a levantarme. Me puse un salvaslip y curioseé por internet. Efectivamente. Las aguas pueden salir poco a poco, pero si no hay manchado se puede estar un rato en casa. Decidí intentar dormir porque podía ser un día largo. Además aún no tenía contracciones, ni dolores. No pude dormir.

Tengo que decir que durante el embarazo fui a distintas charlas informativas y nos explicaron todo el proceso: que las aguas pueden salir poco a poco, qué hacer dependiendo de la coloración de las mismas… Pero el día del parto olvidé todo lo aprendido! Estaba tan centrada en vivir el día que no podía recordar nada. Me quedé en blanco!

06:00h: Me volvieron las ganas de hacer pipí, como la primera vez, más fuerte. Me levanté de la cama y esta vez no me dio tiempo ni a llegar a la puerta de la habitación. Esta vez fue diferente porque cayó mucha agua, dejándome a mí empapada y todo el suelo mojado ¿Dudas? Ahora no las había. Efectivamente había roto aguas. Llamé a mis padres. Mi madre vino, me miró y me dijo que sí, que había roto aguas. Me empecé a poner algo nerviosa. Desayuné un vaso de leche con cacao, me apetecía porque tenía el estómago vacío. Y decidimos tumbarnos un rato en el sofá a ver si se animaba la cosa porque las aguas seguían siendo transparentes y yo no tenía ni contracciones, ni dolores.

Durante un rato seguí yendo y viniendo del baño. Ya perdí la cuenta de cuántos pantalones de pijama y cuántas braguitas tuve que cambiarme. Opté por ponerme una compresa.

07:15h: Volví a ir al baño pero esta vez el agua empezó a salir rosa, tirando a rojo. Se lo dije a mi madre y justo en ese momento empecé a sentir una contracción. Mi primera contracción! Era como un dolor de regla pero mucho más fuerte. Decidí ducharme para irnos al hospital. Por supuesto, antes de irnos me hice las últimas fotos, las de la semana 39.

08:30h: A pesar de vivir a 10 minutos del hospital, el camino se me hizo muy largo. Las contracciones eran un horror y me daban muy seguidas. No controlé el tiempo con el reloj pero yo diría que menos de cada 5 minutos. En el hospital fui a recepción, me identifiqué y dije que había roto aguas. Me tomaron nota y me dijeron que fuese a la sala de espera que me llamarían enseguida de triaje. No me dio tiempo ni a llegar porque me llamaron en ese mismo momento. Me preguntaron algunos datos como la hora de rotura de bolsa, me tomaron la tensión... todo normal. Y me di cuenta de que tenía todo el pantalón mojado. Seguía expulsando agua. Vinieron a por mí y me llevaron a la zona de paritorios, a la sala en la que me hicieron la eco cuando el tema del sangrado. Me volvieron a tomar nota y pasamos a eco. La enfermera que estaba con la ginecóloga se quejó de que había mojado la silla pero la gine le contestó que no pasaba nada. Me hizo un tacto. Nunca me habían hecho ninguno y reconozco que tenía miedo porque me habían dicho que era doloroso. Por suerte para mí no lo fue, un poco incómodo sí, pero nada más. La gine me dijo que ya estaba dilatada de 2-3 cm y que como el proceso de parto se estaba produciendo por sí solo me dejarían ingresada ya. La enfermera antipática me dio una bata que yo, por los nervios, me puse del revés. Me lo dijo de mala manera y metió mis cosas en una bolsa que le dio a mi madre.

09:00h: Mi paritorio era el número 2. La matrona que iba a estar conmigo se presentó. Me preguntó si iba a querer epidural. Le dije que sí. Me dijo que como me tenían que hacer una analítica aprovecharían para pedirme también los de la epidural. Me trajo el consentimiento para que lo firmase. Me puso una vía y los monitores, lo que implicaba que no podía moverme y que no se cumplía uno de los puntos de mi plan de parto. Luego supe que por haber roto la bolsa espontáneamente eran convenientes los monitores para controlar el bienestar del bebé. Le comenté lo del plan de parto y me dijo que lo leería y que lo respetaría en la medida de lo posible. Sobre el tema de donar el cordón me dijo que no había problema siempre y cuando se cumpliesen una serie de requisitos. Esto yo ya lo sabía, estaba informada sobre ello así que me trajo el consentimiento para esto también. La matrona se fue y me quedé sola en la habitación con mi madre. Las contracciones me dolían mucho y no soportaba ni el ruido ni la luz. Todo me molestaba. 

Al rato, al moverme, se desconectó el monitor. Llamé a la matrona y vino otra. Se lo dije. Era la matrona que me enseñó los paritorios y que había estudiado conmigo en el instituto. Muy borde me contestó que no pasaba nada porque ellas controlaban el monitor desde fuera.   

10:00h: Mi matrona volvío y me hizo un tacto. Ya estaba de 4 cm. La analítica había salido bien así que podía ponerme la epidural. Me dijo que antes tenía que ponerme varias bolsas de suero. Eso lo desconocía. Previamente me dejó ir a hacer pipí.

11:30h: Apareció el anestesista con un enfermero. Eran muy simpáticos y tenían muchas ganas de guasa. A mi no me hacía gracia porque las contracciones me dolían mucho! Empezaron a preparar todo el instrumental y empezó mi temor. Ya que más miedo que al parto en sí, se lo tenía a la epidural. En enfermero me cog las manos intentando tranquilizarme. El anestesista iba explicándome paso a paso. Llegó el momento de poner el catéter y no me enteré! Pero de la tensión acumulada me empecé a marear. Me dijo que no me preocupase, que podía tumbarme de lado porque lo que le quedaba por hacer podía hacerlo así. Me administró la epidural y se despidieron de mí de forma muy agradable. Se fueron y volví a quedarme con mi madre. Y en cuestión de minutos se fue el dolor. Qué paz, qué alegría... qué tranquilidad! Yo soy muy aprensiva al dolor y sabía que sin epidural no iba a poder hacerlo. No suelo tener dolores de regla así que los dolores me parecieron bestiales. Y no os voy a engañar, mi admiración por todas aquellas mujeres que paren sin epidural, pero yo opino que no hay necesidad de sufrir ni pasarlo mal hoy en día.

13:00h: Mi matrona volvío para ver como iba. Me dijo que si tenía ganas de hacer pipí pero yo no sentía nada. Me puso una vía momentanea para hacer pipí y me dijo que tenía mucho. Aprovechó para hacerme un tacto. No sentía nada de nada! Ya estaba de 6 cm así que ya había superado el ecuador!!!

14:00h: Una hora después volvío mi matrona para decirme que había visto en el monitor que las contracciones se habían parado (los monitores de paritorios estaban conectados a sus ordenadores de fuera, así que lo podían controlar perfectamente). Me dijo que me iba a poner oxitocina para acelerarlas un poco. Por suerte, al tener la epidural, no me dolían nada, ya que la oxitocina tiene fama de dolorosa.  

15:00h: Después de todo el día allí sin comer ni beber me dió antojo de refresco de naranja. Tenía sed pero no me dejaban beber. Pasado un rato empecé a notar dolor en una pierna! Era soportable al principio pero luego fue a más y llegó un momento en que era incómodo. Llamé a la matrona y se lo dije, me dijo que si lo necesitaba me ponía un poco más de epidural. Le dije que de momento aguantaba. 

Entre tanto y de vez en cuando, oía a mujeres gritar.

16:00h: La molestia de la pierna pasó a ser ya muy incómoda así que volví a llamar a la matrona. Vino y me puso un poco más de epidural. Me volvió a poner la vía para hacer pipí y me hizo otro tacto. Estaba ya de 8 cm. Ya iba quedando menos! La matrona se fue y yo volví a relajarme. Llevaba toda la mañana intentando descansar pero no podía.

17:00h: Las molestias volvieron a venir, la volví a llamar. Me dijo que primero iba a hacerme un tacto para ver como iba... Sorpresa! Estaba completamente dilatada. Ella puso una cara de sorpresa total, no debía esperarlo. Me dijo que, lógicamente, no podíaodía ponerme más epiduraepidural epidural, pero que posiblementeel dolor que estaba sintiendo podía serpodía ser porque el niño estaba apoyándose en algún nervio y por eso me dolía.

En ese momento mi padre que estaba conmigo salió a buscar a mi madre (se habían estando turnando todo el día). Mi madre llegó y la matrona me dijo que cuando sintiese una contracción o ganas de hacer caca (sí, así tal cual) que empujase. Se fue para que lo hiciese tranquila y en intimidad. Yo no sentía nada, ni contracciones ni ganas de hacer caca, así que miraba el monitor. Ahí se veían perfectamente las contracciones. 

18:00h: La matrona volvió a venir. Esta vez con una enfermera. Me preguntó cómo iba. Le recordé, por si no lo había leído, que quería que mi madre cortase el cordón umbilical. Me dijo que sin problema pero que se lo recordase en el momento por si se le olvidaba. Trajo todo lo necesario para la donación del cordón. Le dijo a la enfermera que modificase la oxitocina. En ese momento en el monitor, los latidos de bebé pingüino bajaron mucho. La matrona le dijo que volviese a subirlo y todo volvió a la normalidad. Fue un pequeño susto. Preparon una mesa con distintos materiales y me dijo que ella no era amiga de hacer episiotomías si no era estrictamente necesario. Genial! Igualmente me pinchó en la zona y sentí el pinchazo, por lo que pasó a dormírmela con anestesia local. Me invitó a pujar. Tras varios pujos le dijo a mi madre que se asomase porque se veía la cabecita bajando. Mi madre lo miró. Casi estaba ahí! Seguí empujando y empujando y empujando. Y no había avance.

La matrona me dijo que iba a pedir ayuda y a mi cabeza sólo venía una palabra: cesárea. Aparecieron dos médicas. Cirujanas. Les dijo que el bebé estaba ahí pero que no acababa de bajar del todo y que ya llevábamos 20 minutos en la misma situación. Una de ellas introdujo las dos manos (sí, que elástico todo, oye!) y me hizo empujar varias veces. El problema era que bebé pingüino giraba el cuerpo para un lado y la cabeza para el otro, entonces no podía rotar adecuadamente. Las dos cirujanas seguían invitándomevitándome a empujar, además gritaban mucho. Nada. Vino un enfermero. Volví a empujar y esta vez él me presionó la barriga (por no decir que me la espachurróó). Me resultó muy incómodo. . En ese momento una de las cirujanas me dijo que cómo se notaba la edad que tenía, dándome a entender que con unos años más no lo contaba igual.

Volvieron a hablar. No había avance y había que sacarlo porque llevaba mucho tiempo así. Me dijeron que iban a necesitar ayuda para sacarlo. Ahora sí, mi mente lo tenía claro: cesárea. Pero no, cesárea no. ForcepsForceps. Me explicaron lo que eran eraneraerany me los enseñaron. Me dijeron que símplementelo iban a usar para sujetar la cabecitacabecita,be para que cuando el bebé girase lo hiciera de la forma correcta. Lógicamente el uso de fórceps implicaba episiotomíaepisiotomía. Tengo que reconocer que me sorprendió que no echasen a mi madre del parto al ser instrumentalizado, ya que normalmente suele ser así. La médica me introdujo los forceps y, en un par de pujos, bebé pingüino estaba fuera!!!
 
08:32h: Bebé pingüino ya está conmigo! Me hicieron destaparme el pecho y me lo pusieron encima. Aún recuerdo la increíble sensación al tocar su piel; tan calentita y húmeda. Emoción en estado máximo. Miré a mi madre y nos pusimos a llorar. No podía dejar de darle besitos, mi niño soñado! Pesó 3,890 kg y midió 54 cm. Como véis, bastante lejos del peso que me auguraron, aunque sí era un bebé grande, porque además era muy largo.

Ese momento en el que tuve a mi hijo en brazos es indescriptible. No puedo deciros todo lo que sentí. Por fin mi sueño tan anhelado se había hecho realidad. Estaba ahí! Era tan feliz!!! Lo miraba y no podía dejar de mirarlo. Y por mucho que había imaginado millones de veces cómo sería, la realidad era superior a la ficción. Era tan bonito! 

Con la emoción del momento casi se nos pasa y mi madre no corta el cordón. Menos mal que se dio cuenta en el último momento! Y es que como el parto lo había acabado dirigiendo una de las cirgujanas, la matrona estaba haciendo otras cosas por la habitación y no se había dado cuenta tampoco.
 
Tras unos minutos en los que estuve hipnotizada mirándole empezaron los escalofríos. Tenía mucho frío. Me dijeron que era normal. Se llevaron a bebé pingüino a la encimera donde lo limpiaron un poco, lo pesaron y lo midieron y le pusieron las primeras vacunas. Yo lo veía sin perderle de vista, estaba delante mío. Además mi madre estaba también ahí. También vino un pediatra por si hubiera sido necesario por el tema de los forceps, sólo lo miró por encima y dijo que estaba perfecto, así que me dio la enhorabuena y, tal como vino, se fue. Mientras, a mí me estaban cosiendo. Le pregunté a la cirujana cuántos puntos me había puesto y no supo decirme. Me dijo que eran muchos porque la episiotomía era bastante importante. A mí también me pusieron varias cosas en la vía, entre ellas parecetamol porque me había dado fiebre y me limpiaron y cambiaron. La matrona se acercó para decirme que habían podido extraer la sangre del cordón y que era viable para la donación!

Luego se fue todo el mundo, dándome la enhorabuena, y me quedé sola con mi bebé. Iniciamos ahí la lactancia materna y parecía que se agarraba bastante bien. Incluso diré que parecía que tenía cara de felicidad. Mi padre entró a conocer al bebé. Fue muy emocionante. Luego vino la matrona un momento y me explicó cómo contraer el útero, cómo presionarme para que la sangre fuese saliendo y para que el útero recuperase su tamaño normal. Se despidió de mí y ya no la volví a ver más. Tengo que decir que su trato conmigo fue de 10!

Bebé pingüino y yo estuvimos juntos 3 horas. Lo normal hubieran sido 2, pero al tener fiebre tuvieron que controlarme. Al principio no bajaba pero luego ya se me pasó por completo. Vinieron a por nosotros al paritorio y nos bajaron a la habitación. Salimos por la misma puerta por la que entramos. Allí había mucha gente esperando a otras mamás que estaban de parto. Fue muy emocionante salir con mi bebé en brazos. Era una sensación tan increíble!

Me bajaron a mi habitación, la número 12. Allí eran todas invididuales. Y no me dieron de comer. Éste fue el mayor error de todos. Desde las 6 de la mañana que había desayunado, no había comido nada. Y eran las 12 de la noche! La cocina del hospital estaba cerrada, y el hospital también. La zona de puérperas cerrada también y no había acceso ni a máquinas de chocolatinas. Un vasito de leche me trajeron. Y sin cacao! 

Pero no me importaba. Tenía a mi bebé ya conmigo y sólo quería estar con él, mirarlo y disfrutarlo cada segundo. Esa primera noche "dormimos" juntos. Lo pongo entre comillas porque él durmió toda la noche pero yo, obviamente, no. Todo el cansancio que tenía había desaparecido y sólo podía mirarle. No era capaz de dejar de hacerlo. Lo abrazaba, lo besaba y lo volvía a mirar. Así toda la noche. En bucle. 
 
Tengo que decir que disfruté mucho del parto. Sí, la epidural me ayudó a ello. Y decidí desde el primer instante prescindir del móvil. Tan sólo un primo supo que estaba de parto. No escribí a nadie. No utilicé el teléfono. Quería disfrutarlo, vivirlo y experimentarlo. Yo sola. Era mi momento. Nuestro momento. Y tenía que ser especial. Mis padres se lo contaron a algunos familiares una vez acabado todo. Yo hasta el día siguiente no se lo conté a mis amigos. No tenía esa necesidad. Sí es cierto que quería gritar al mundo que ya era mamá pero ese no era el momento. No quería cientos y cientos de mensajes preguntando paso a paso cómo iba pasando el día. Quería paz, tranquilidad y, como digo, disfrutarlo plenamente. Y lo conseguí. Mi parto no fue el deseado, por los forceps, pero fue perfecto. Siempre digo que fue el día más maravilloso de mi vida y que firmaría por revivirlo una y otra vez, aunque pueda parecer una locura. Es increíble la de sentimientos que se despertaron en mí ese día. Fue mágico.

Esa noche fue el comienzo de algo grande, muy grande. Un amor infinito que crece por momentos. La maternidad, para mí, es algo a lo que sólo puedo sacarle ventajas y ver su lado positivo. Ser madre me ha cambiado mucho, pero para bien. Las prioridades son otras y, además, algo curioso que me pasa es que cuando pienso en el pasado, soy incapaz de pensar más allá del parto, el embarazo o los tratamientos de reproducción. Es como si mi vida hubiera empezado en el momento en el que decidí ser madre y sólo tuviera sentido a partir de ahí. Y en cierta manera supongo que así es, mi hijo le ha dado sentido a todo y me ha hecho sentirme llena por completo. Y yo no puedo ser más feliz.