lunes, 27 de marzo de 2017

VISITA A PARITORIOS

En mi hospital daban la opción de visitar los paritorios, antes del parto. Me pareció una idea genial para poder conocer el lugar donde estaría, seguramente, durante horas. De esta forma, el día del parto no sería todo nuevo.

Aún lo recuerdo, las visitas eran los martes a las 13 horas. Coincidió que en la semana 37 tuve los primeros monitores un martes a primera hora, hice tiempo y luego fui a la visita con mi madre, que era la persona que me acompañaría durante el parto. Sólo estábamos nosotras, no había ido ninguna otra embarazada más. La visita la dirigió la matrona que me había atendido durante los monitores. Curiosamente había estado en clase conmigo un curso durante la etapa de bachillerato. Nos dirigió a paritorios, que es justo donde había estado la vez que sangré en el primer trimestre. Me pareció curioso que aquella noche de urgencias no hubieran dejado entrar a nadie contigo como apoyo por si hubiera ido algo mal y, sin embargo, para visitar los paritorios no había ningún inconveniente. Una vez allí nos llevó a un paritorio que estaba vacío y vino una matrona en prácticas también.

Lo que más me gustó es saber que desde el ingreso hasta que terminaran las dos horas de piel con piel con mi bebé estaría en el mismo paritorio. Es decir, en mi hospital no había sala de dilatación, sala de expulsivo y sala de reanimación, no. Todo se hacía en el mismo sitio. Lo cual me pareció genial, no sólo por comodidad y porque era muy práctico, sino por seguridad de una misma y poder sentir esa habitación como suya. Una vez terminado el parto y después de las dos horas de piel con piel y reanimación entonces ya sí te bajan a una habitación normal (individual) en la planta de puérperas.

Volviendo al tema de los paritorios tengo que decir que eran inmejorables. Era como una habitación normal, pero en gigante. Tenían una cama con todo lo necesario y una encimera y armarios en los que tenían todo lo necesario para el parto y para el bebé, para su limpieza y primeros cuidados. También tenían una lámpara gigante que se usaba si era necesario algún tipo de intervención más concreta (fórceps, cesárea…) y un cuarto de baño individual. Todos los paritorios estaban conectados a una sala en la que estaban las matronas y enfermeras encargadas. La matrona me contó que normalmente daban libertad para usar la ducha, la pelota o los materiales que se necesitasen. En mi hospital había también un paritorio con bañera pero al no disponer de suficientes matronas no se podía optar a ella. También me comentaron que al ser una zona quirúrgica no podía estar entrando y saliendo gente y que cada parturienta tendría una matrona estable que sería la que la atendería en todo momento en el parto y que, además, en casos necesarios también se contaría con la ayuda de un pediatra, cuando se necesitase por el bebé.

Le pregunté por el tema de la cesárea y me dijo que en ese caso todo sería igualmente allí pero luego a mí me llevarían a reanimación y el bebé se podría quedar allí haciendo piel con piel con la persona que yo decidiese, ya que en mi hospital al no contar con zona de maternidad la reanimación tras una cesárea se hace junto al resto de operaciones, lo que no hace posible que esté el bebé allí. Me estuvo explicando varias cosas más y luego me dio la opción de que le preguntara mis duras, como por ejemplo el tema de donar el cordón.

Fue una buena experiencia y me sirvió de cara al parto. Me dio seguridad y me transmitió mucha tranquilidad conocer el sitio y su equipamiento. E incluso diré, que me transmitió que el parto era un proceso muy sencillo. Y qué duda cabe que afrontar el parto con esta sensación era algo importante.


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¿Tuvístes también la opcíon de visitarlos? ¿Qué te pareció?

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