Yo sabía cómo quería llamar a mi bebé desde hacía mucho tiempo. Mucho antes del embarazo, mucho antes de la búsqueda. Todo el mundo sabía que si tenía una niña se llamaría como mi abuela y si era niño se llamaría Hugo. Aunque no voy a negar que había otros nombres que también me gustaban, pero éstos eran mis favoritos. El de niña era indiscutible, por el valor sentimental. El de niño no tanto, pero no había otro que me gustase tanto.
Podemos decir que, aunque no era indispensable, había varios requisitos que me gustaban a la hora de pensar en un nombre:
1 - No quería un nombre demasiado largo. Prefería uno corto y breve. Con el que con muy poco dijeses mucho.
2 - Tampoco quería un nombre que diera lugar a diminutivos o subnombres. Los diminutivos no podía evitarlos pero los subnombres sí. Quería elegir un nombre por el que todo el mundo llamase a mi hijo y no encontrarme después con que yo le llamaba de una forma, el resto de la familia de otra y sus amigos de otra distinta.
3 - Y por último, tampoco quería un nombre que tuviera alguien de mi familia. Digamos que hay una especia de ley no escrita por la que, casualidad o no y salvo alguna excepción, los nombres de la familia no se han repetido. Si, es cierto, yo he dicho antes que si era niña se llamaría como mi abuela, pero esa era la única excepción que quería cometer.
Llegué a la mitad del embarazo con ese convencimiento del que os hablaba antes. Mis tres reglas tontas y yo. Si era niña no había duda, si era niño sería Hugo, aunque en las últimas semanas había otros dos nombres de niño que me rondaban la cabeza, sobre todo uno de ellos.
Llegó la eco de la semana 20. Eco importante donde las haya. Allí me presenté yo, más feliz que una perdiz. El médico me preguntó si sabía lo que era, le dije que no y me dijo que ese día lo sabríamos. Me hizo la exploración correspondiente, órgano a órgano, medida a medida. Cuando llegó a los órganos sexuales del bebé me los enseñó y me dijo: "Éste es el pene y estos son los huevos" Sí, sí de bruto fue el hombre, en la forma de decirlo y en la forma de gritarlo. Yo estaba tan ilusionada que tuve que preguntarle: "¿Es un niño?", "Sí, es un niño" me dijo.
Mi padre me había acompañado a la eco y desde la camilla, como una niña pequeña, le grité: "Papá, que es un niño, que es un niño!!!" Tengo que reconocer que antes de la búsqueda y durante buena parte de ella quise un niño. Luego con los últimos tratamientos y en el embarazo cambié el chip y me di cuenta que eso era una tontería. Lo importante es que estuviera sano y fuese niño o fuese niña lo iba a querer y disfrutar igual. Ambos sexos tienen sus ventajas. Pero sí es cierto que en el embarazo, cuando soñaba con el bebé, siempre lo hacía como si fuera un niño.
Volviendo al tema del nombre, que me lío como una persiana, cuando dejé de gritar que era un niño y me relajé en la camilla, mientras el médico terminaba de medir y comprobar cosas, me pasó una cosa curiosa. De repente en mi cabeza, como por arte de magia, apareció un nombre, con letras mayúsculas, grandes y fosforitas. Como un letrero de neón en plena noche oscura que no hace más que brillar y parpadear. Y lo tuve claro. No había otra opción, tenía que ser ese. Daba igual que yo siempre hubiese dicho que sería Hugo, daba igual todo!
Y lo más curioso de todo es que con ese nombre inclumplí mis tres reglas tontas: Era un nombre largo, muy largo. Daba lugar a varios subnombres, en concreto tres. Era un nombre que tenía un familiar.
Por eso muchas veces digo que da igual los planes que tengamos en la vida, a veces ésta nos sorprende y en un instante todo lo que pensabas, todo lo que creías, cambia.
Mi hijo no puede tener un nombre más bonito, que lo identifique mejor. Y yo no puedo imaginarle con otro nombre que no sea ese. Sólo espero que el día de mañana le guste tanto como me gusta a mí y vea lo especial que es para mí, tanto tanto como él.
¿Cuáles fueron los motivos que te llevaron a escoger el nombre de tu bebé?
Pues en nuestro caso teníamos más o menos claro el nombre si era niña, pero si era niño no nos poníamos de acuerdo así que decidimos dejar la conversación hasta estar seguros de lo que era.
ResponderEliminarCuando nos confirmaron que era niño casi llegamos al día del parto sin decidirnos. A mi marido le gustaban dos que a mí me parecían muy largos y el que me gustaba a mi, a él nada. Quería un nombre corto, que no fuera de nadie de la familia y que tampoco tuviera un diminutivo así que al final a mi marido se le ocurrió uno que nos convencía a los dos y con ese de quedó. Y ahora, por supuesto, nos encanta a todos
Es que elegir el nombre a veves no es nada fácil. Y es lo que comentas, suele ocurrir que de un sexo te gusten muchos y de otro no. Gracias por pasarte!
EliminarNosotros siempre habíamos dicho q si era niña Jimena y si era niño, Iago, o eso creía yo. Cuando me quedé embarazada me dice que Iago no le mola nada pero como él estaba convencido q sería nena, pues no pensamos más, pero cuando nos dijeron q era niño nos quedamos bloqueados porque no nos poníamos de acuerdo. Estuvimos 3 semanas pensando y nada hasta que salió por casualidad el nombre de Eloy y nos gustó. Era corto, sonaba bien con los apellidos, no tiene diminutivos, no conocemos a nadie q se llame así (ahora si jeje) y no es un nombre común. A pesar de ser un nombre "antiguo" no nos sonaba rancio. A las abuelas no les gustó pero bueno, no les quedaba otra q aceptarlo.
ResponderEliminarLa verdad es que escogísteis muy bien porque Eloy es un nombre muy poco escuchado, al menos por mi entorno no conozco ninguno. Así que os pasó un poco como a mí, sorpresa de última hora, jeje. Un abrazo guapa!
EliminarNo sé, pero yo creo que algunas veces son ellos, desde la barriga los que escogen sus nombres.
ResponderEliminarYo el de mi hijo fue de casualidad y ni me lo hubiera imaginado. Eso si, me encanta y desde luego es SU nombre.