Un año más celebramos que la vida te trajo junto
a mi. Y no puedo estar más agradecida de todo lo que ha pasado durante
estos 6 años que llevas a nuestro lado. Hay momentos duros, muy duros,
claro que si. Pero es cierto lo que dicen de que los buenos momentos lo
compensan todo. No puedo ser más feliz cuando, al finalizar el día, te
veo dormido a mi lado. Ahí se resume todo.
Estos
6 años han pasado muy rápido, demasiado. Aún recuerdo el instante en
que te pusieron encima de mi. Estabas calentito y húmedo. Recuerdo esa
sensación cada día y parece que estuviera sucediendo en este mismo
momento. Nunca podré vivir un momento más mágico y brutal que el del día que
naciste. Fue, simplemente, perfecto.
Como
digo, estos 6 años han pasado demasiado rápido. Miro hacia atrás y
tengo la sensación de haber dejado muchas cosas en el tintero. Muchas
cosas por hacer y vivir juntos. Imagino que todo no se puede. Ya no eres
un bebé, eres un niño. Un niño grande y maravilloso. Y aunque es
triste, hay cosas que ya han quedado en el pasado y no van a volver.
Pero ese es el precio de crecer. Y es buena señal, porque significa que
estamos juntos y estamos caminando de la mano hacia delante. Creciendo
felices.
En estos seis años
me has demostrado, en muchas ocasiones, que no importan los días malos.
Tú sabes perdonármelo todo. Aunque eso no es justo porque tú no te
mereces tener que vivir mis peores momentos. Supongo que es cierto eso
que dicen de que al final uno paga sus malos momentos con las personas
que más quiere. Siento que tengas que ver esa cara de mi. También me
perdonas el poco tiempo que paso contigo en ocasiones. Entre el trabajo y
las oposiciones a veces estoy tan agotada que no tengo ni fuerzas para
jugar contigo. Y es algo que me mata, cuando me preguntas que por que
nunca puedo jugar contigo.
A tus 6 años, mides más de 120 cm, pesas casi 23 kilos y ya se te ha caído tu primer diente. Eres un niño con mucha energía y un carácter muy fuerte. Tienes claro lo que quieres y lo que te gusta. Eres muy inteligente y observador. Te quedas con todo lo que decimos y hacemos. Eres generoso y bueno. En el cole, la seño y tus compañeros, están muy contentos contigo. Te gusta mucho aprender, eres una esponja. No te gusta mucho hablar del cole cuando te pregunto. Sin embargo, cuando por la noche estamos en la cama, te da por contarme todo. Seguimos durmiendo juntos. Dices que no quieres dormir de otra forma y, ¿para qué te voy a engañar? ¡Me encanta dormir contigo! Es algo que no me preocupa porque sé que no va a ser algo eterno y quiero disfrutarlo todo el tiempo que tú me permitas. También seguimos con la LM en seco. Desde hace varios años la lactancia dejó de tener una intención nutritiva para tí, pero te calma, te relaja... hace que nos sintamos juntos. Solo la pides para dormir y, a veces, cuando te despiertas. Son muchos años, pero lo disfruto como el primer día.
Este año, por primera vez, vamos a celebrar tu cumple con tus amigos. Siempre lo habíamos hecho en familia. Primero porque eras más pequeño, luego por la pandemia... Este año hemos tirado la casa por la ventana y nos hemos animado. Estás muy emocionado y estoy convencida de que lo vas a pasar genial. Además, para la celebración en casa, te he hecho una piñata casera de Bob Esponja que no ha quedado nada mal.
Este curso has empezado multideporte y natación y te encantan, sobre todo natación. Disfrutas como pingüino en el agua. El verano pasado fuimos por primera vez los dos solos de vacaciones y, todas las semanas, me preguntas cuándo vamos a volver a aquel lugar. Disfrutas mucho de estar en familia.
Cuando llegan estas fechas siempre hago un balance de todo este tiempo compartido juntos y me hago la misma pregunta: ¿merece la pena? Y la respuesta es muy rontunda: sí. Ha merecido la pena buscarte durante tantos años, llorarte durante tantos días, pincharme durante tantas noches, estar hasta arriba de hormonas y tener la cabeza llena de interrogantes. Toda lucha mereció la pena porque tras la tormenta salió mi sol, tú. Y estos 6 años que me has regalado a tu lado (más 9 meses de embarazo también maravillosos) son el mejor motivo que tengo para vivir. Tú eres mi vida y haces que todo, absolutamente todo, merezca la pena.
¡Te
quiero mucho, mi pequeño pingüino!
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